viernes, 23 de febrero de 2018

Febrero y la primavera.



El invierno galopa a desembocar en su propia muerte,

aunque sea muerte del ánimo de por sí.

Se estampa contra el muro de una guitarra en el silencio,

que rompe el silencio mismo que el invierno deja.

Así como nace la melodía en cada ventana,

nace la nostalgia del tiempo pasado más reciente.

El año anterior parece una primavera eterna,

de todo él emerge la calidez pasional

de quien se aferra a una estación que pasa, como las otras,

pero ella nunca indiferente, se clava.

Seré yo que desemboco en agonía alegre,

de recordar la sencillez con la que me encontraba yo,

contigo, en cualquier parte sin preguntarme por qué.

Ahora me pregunto yo o me arrolla la primavera

por qué quiero perdonarte.

No obstante, es una primavera que aún no llega,

se asoma este febrero, aún no desborda en sus ganas,

aunque está cerca de hacerlo. 

De momento, va su vocera la nostalgia,

aclamando por las calles

la muerte del invierno.

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