miércoles, 19 de junio de 2013

DESMONTANDO EL PROGRESO (PARTE I)

   Si intentamos indagar profundamente en nuestros pensamientos, encontraremos una reflexión que suele ser común en todos los hombres del presente de cualquier época, es decir, de todos los seres humanos de toda la Historia: "vivimos en la mejor época de la Historia". Podría sonar a chiste teniendo en cuenta el deplorable estado de todas las naciones absorbidas por esta concepción de nuestro tiempo tan cuestionable como evidente.

   Tenemos esta forma de ver el presente por el increíble despliegue tecnológico, el triunfo de la "democracia" (ahora en duda), la posibilidad de recorrer el mundo de manera sencilla, viajar por una ciudad donde uno puede entretenerse en cada esquina,...Es innegable que todas estas cosas proporcionan aspectos muy positivos para todos, pero ¿es esto un progreso humano?

   Sencillamente, no. Todas las ventajas que nos ofrece el mundo no están destinadas a facilitar la vida humana, sino a facilitar el enriquecimiento de algunos bolsillos. No supone un progreso real, pues ha permitido que el valor de primer grado en esta sociedad sea algo tan artificial como el dinero. De hecho, si uno sigue buceando por sus pensamientos, verá que la idea del progreso individual como ser humano pasa por tener una idea original para montar un negocio, ascender en el trabajo, terminar una carrera universitaria que permita un trabajo ideal y una vida cómoda, etcétera. En definitiva, conseguir tener cada vez más dinero.

   De esta manera entramos en una espiral repugnante que explicaré a continuación: en primer lugar, recibimos una educación consumista con anuncios por todos lados que nos dicen "compre esto", "compre aquello", "rebajado", "dos por uno", "tres por dos", "oferta", "moda", "tendencia", y un sin fin más de cosas que nos encienden nuestro software de consumo en un instante en cuanto lo leemos. Por tanto, la educación consumista lleva al materialismo, es decir, a desear cientos de cosas sin demasiada utilidad. Cuantas más cosas acumulamos, más sensación de progreso individual adquirimos, pero evidentemente, los productos deseados no caen del cielo, por lo que el dinero es indispensable para adquirir una vida que nos han enseñado como ideal desde que tenemos uso de razón. Así, el dinero es un vehículo necesario para cualquier cosa que queramos hacer como seres humanos independientes: vivir bajo un techo, poder movernos por la ciudad, el mundo e incluso las relaciones sociales.

   Al progresar individualmente, tenemos la misma concepción de progreso colectivo, pues no hace falta nada más que fijarse en cómo están construídas las ciudades. Rascacielos gigantes que nos acercan a "Dios", automóviles omnipresentes, infraestructuras inimaginables, carteles anunciando increíbles productos y viviendas por todas partes. Todo esto se realiza con dinero, con el dinero de todos, y es lo que conocemos como "el progreso".

   ¿El progreso? ¿Seguro? Sí es así...¿Por qué somos la sociedad más estresada de la Historia? ¿Por qué trabajamos más horas que en la Edad Media? ¿Por qué hay gente que muere de obesidad y de hambre en el mismo mundo? ¿Por qué destruimos el planeta a ritmo imparable? ¿Por qué se suicida más gente que en cualquier época anterior? Y sobre todo, ¿Por qué, a pesar del progreso, tenemos la necesidad de tener tranquilidad apartándonos de la velocidad de las urbes?

   Lo bueno del progreso es que está llegando a su fin, junto al capitalismo y todo lo que conlleva. Y si no, no habrá mundo en cien años. Pero bueno, ¿qué importa si podemos tener todo tipo de artefactos tecnológicos que hacen nuestra vida más mediocre?

   Bienvenidos al progreso.

lunes, 3 de junio de 2013

UN POCO DE TEATRO: MITAD Y MITAD




-          Dirección: Pep Antón Gómez.
-          Texto: Pep Antón Gómez y Jordi Sánchez.
-          Actores (por orden de aparición): Pepón Nieto y Fernando Tejero.

SINOPSIS
Dos hermanos y una herencia. Una herencia y dos hermanos. Una madre moribunda y unas vistas a la sierra. Se juntan en escena Carlos y Juan. Por un lado, Carlos es un maestrillo hiperactivo y aparentemente inocentón, mientras que por otro lado, Juan es un buscavidas nato. Ambos tienen un objetivo: una herencia un tanto difusa de su enferma madre que les traerá de cabeza durante toda la obra en un continuo diálogo vibrante donde no faltan las carcajadas en ningún momento.

OPINIÓN PERSONAL
Cuando uno ha paseado por encima del escenario, valora normalmente con un poco más de rigor el gran trabajo que supone salir a escena. No es que yo sea un profesional, simplemente he hecho teatro amateur y empatizo con lo difícil que es estár allí arriba. Desde abajo, vi a un Pepón Nieto y a un Fernando Tejero inconmensurables, que superaron con creces mis expectativas previas a la obra. Nunca había visto a ninguno de los dos en directo, simplemente en la televisión, y he de decir que en directo demuestran ser unos actores enormes. Se desenvuelven perfectamente en el escenario, haciéndolo suyo, coordinando sus movimientos de manera milimétrica (por ejemplo en el momento de la apertura de las maletas), destacando así también el gran trabajo de Pep Antón Gómez en la dirección.

El entretenimiento está asegurado, con un ritmo trepidante en los diálogos que no resultan ser pesados en ningún momento. Salí verdaderamente satisfecho, y si pudiera permitírmelo económicamente, iría de nuevo a verlos sin dudarlo.